Sentados frente a frente y mientras te miro, recuerdo lo
envidioso que me hace sentir el espejo en que te miras cada mañana, por tener
el privilegio de mirarte al natural.
El poder de tu reflejo que detalla, centímetro a centímetro
la belleza de tu rostro, ese rostro tallado perfectamente, digno de una
princesa, pero tan real como eres tú.
Mientras sonríes, recuerdo que hay algo que no le envidio
al espejo. La sonrisa que le muestras.
Porque esa, me pertenece a mí…
Me la gané, porque cuando te conocí se me presentaron
tres opciones, y a mi gusto decidí por la mejor.
Me dijeron que debía tenerte, que tu cuerpo era
completamente proporcional a la calidad de tu mente, que sin duda serias el
mejor trofeo por presumir, la joya más digna de admirar y las envidias que sin
duda podría así despertar.
Les conteste que no quería tenerte, porque no eres un juguete.
Que tenían razón en expresarse así de tu belleza, pero que no tenía derecho de
presumirte porque no eres un objeto.
También les dije, que si brillas como joya no es porque estarías
conmigo, si lo haces es porque brillas por sí sola y que si despiertas envidia,
será solo por tu andar con humildad.
Buscando otra opción, me dijeron que podía conquistarte,
que el andar con cuidado y sigilo por tu mundo, me harían obtener las riquezas
de tu cuerpo, la fortuna de tu presencia, y mientras te exploro, obtener lo
necesario y buscar después algo nuevo que conquistar.
Sin duda dije que no.
Volví a mirarte y la respuesta me llego en cuanto escuche
tu voz por primera vez. Quisiera recordar que fue lo que más me impacto, el
poder de tu mirada, la belleza de tu sonrisa, lo perfecto de tu rostro, o la
calidad humana que desprendía de ti cada que hablabas mostrando una naturalidad
perfecta al hacerlo que podría confundir al más atento y hacer perderse al
mejor explorador.
Elabore entonces un plan perfecto. Dejé fuera la idea de
que fueras un juguete o un objeto que conquistar. Lo hice simple, reuní todos
los elementos que te rodean y entonces sabía que tenía que hacer.
Llenarte de detalles que dibujaran sonrisas, decirte palabras
que endulzaran tu mirada. Engrandecer tu belleza de una manera discreta para el
mundo, perfecta para los dos. Saber que brillas por sí sola, pero que brillamos
mejor juntos.
Entender que no debo presumirte, pero si darte tu lugar
ante la gente que me rodea, despertar comentarios, si, pero gracias a que el
mundo nos mire tomados de la mano y se sorprendan al ver que tu reflejas lo que soy y al mirarme saber que
yo reflejo lo que eres.
Que tu naturaleza, me hará imaginar mil y un historias
desagradables sobre tus sentimientos, sin embargo tratar de comprenderte y
alimentar cada día mas nuestro nuevo sentimiento.
Comprendí que era sencillo, y que lo podría lograr, hoy al tenerte frente
a frente sin duda veo que esa es la mejor recompensa.
Debo hacerte sentir valorada, única y feliz por
permitirme conocer cada parte de tu mundo, saber que no debo dejar que la gente
nos vea con envidia sino al contrario hacer que veamos al mundo con humildad,
porque lo nuestro no es normal es un sentimiento único que podemos hacer
despertar por la magia de sabernos uno del otro.
La respuesta me la diste tu, porque con esa misma
sencillez que te caracteriza, comprendí que no necesito nada mas, y por el
simple hecho de ser MUJER…
Decidí Amarte.
¡FELIZ DÍA DE LA MUJER!