Parece mentira y además increíble, el poder que tienen
estas simples palabras en este preciso instante, por que lo que parece una
carta simplemente es una escena más en la historia que escribimos.
Parece magia que mientras leas estas líneas, imagines mi voz
y acto seguido tu sonrisa nazca de esos labios perfectos que tanto enloquecen
mis mejores sueños.
Eres, sin duda, la ilusión hecha realidad más bella que
existe, ese suspiro que detiene mi respiración por completo al contemplarte en
mis más bellos pensamientos y además de todo, ese instante eterno que vive en
mi memoria cada que recuerdo los tatuajes que tu existencia provoca en mi.
Me cansé de buscarle un significado a tus constantes
apariciones en mi mente, me cansé de tratar de explicarle al mundo un
sentimiento que parece, sinceramente no tener la más mínima explicación.
Y es que es verdad, cuando amas, desde cada rincón de tu
cuerpo y alma, no distingues nada, sólo puedes tener atención en alguien que
hace que tus días se rodeen de felicidad, y afortunadamente, ese alguien se
está olvidando de todo mientras lee estas letras.
Habla fuerte mientras pronuncias cada verso y que el
mundo se entere cuanto me importas, que por ti esperaría días y noches enteras,
que por ti cruzaría todos los mundos posibles para encontrarte una y otra vez
como sucede cada vez que te pienso.
Porque un día entendí que para amarte lo único que
necesito es a ti, a mí, y este momento que se queda grabado como uno más en
nuestra eternidad, esa que nace muchas veces en tu mirada y produce infinito
con tu sonrisa.
Y vuelvo a enloquecer…
Y en mi locura me doy cuenta que escribirte es como
besarte, pensarte, soñarte o tocarte, porque cuando lo hago no le hago un
homenaje al amor, porque esto que siento es más allá de una emoción, que se
también siente, esto va más allá de lo humano y toca lo divino porque mientras sonríes
y el mundo está enternecido por la calidad de estas letras se que no le escribo
al amor...
Te escribo a ti.