Partiendo del respeto, estandarte de mis convicciones y
de los lineamientos más puros, decidí ignorarte, pues enamorarme así, al momento
de verte no es correcto ni para el más valiente de los guerreros, que primero
analizan la batalla antes de pelearla y en ésta, nuestra batalla incógnita y
muy personal, yo quería participar.
Encontrarte, es un poderoso y luminoso sueño que destella
desde tus ojos, si, esos hermosos ojos que hacen que todo sea claro en un mundo
por demás obscuro y que me hacen ver, que aún en lo imposible, esa luz se
dirige una vez de vez en cuando hacía a mí, llenando todo de alegría, cubriendo
todo de la calma que produce ese don que te dio la vida de posar tu brillo en
el sitio exacto, cada vez que nos cruzamos.
Entonces, cada que la miraba y aunque no estaba a mi
alcance, sabía que mi corazón se encontraba palmo a palmo en esa sintonía
perfecta entre su mirada y su sonrisa que me hacían sentir dichoso por tenerla
una vez más frente a frente.
Y es que mis pensamientos te invitan a conocerme de las
maneras más hermosas y dignas de tu persona, a hacerme parte de tus días, y por
más difícil que parezca, no esconder el gusto que sentimos al comunicarnos,
sabiendo, que aunque se vea imposible la conexión es mágica e inusual.
¡Preocupate por mí! ¡Goza mis triunfos! Tu eres parte de
ellos, por que has mirado mi crecimiento en primera fila, me has apoyado cuando
nadie lo hizo y aún hoy que la memoria no deja recordar a otros sigues en el
andar de mis días dándoles un sentido que posiblemente y aunque no conozcas es
crucial para seguir.
En las líneas que escribo por ti escondo tu nombre,
escondo tu esencia.
Los mensajes y cada petición que realice a tu persona
será única, como tú, que me inspiras y que me haces describir todo lo que me
haces sentir…
Cuando te siento cerca.